27 dic 2009

Intuición y rabia




Y supongo que ya está todo dicho. Solo debo añadir que nos volveremos hacia el sol un día de estos, y entonces nada será lo mismo. La esperanza es una fiebre que devasta el corazón secretamente. Por eso, porque aún habrá quien nos encuentre demasiado convencidos por su luz, nos volveremos un día contra todas las cosas venideras que se ofrezcan a mostrarnos tal y como siempre.

Y el sol será nuestra razón y nuestro más íntimo frío cuando, al añorar las fatigosas noches de la desesperación, nos sintamos parte de un mundo que ya no nos corresponde.




Es más fácil hacer daño desde el dolor que llorar o crear hasta aceptarlo.





Bien podría ser la vida esa imagen que desconocemos y que los demás ven reflejada en nuestros ojos.




Ciertas ironías solo son tales cuando alguien reacciona de forma más o menos consecuente ante ellas. De lo contrario, no terminan de definirse más que como otro giro incompleto de un discurso, el nuestro, que parece no pertenecernos del todo.



Tengo la impresión de que todo el mundo piensa que los errores que cometo con ellos son algo puntual, cuando, en realidad, se podría decir que ciertos malentendidos son casi inherentes a mi personalidad. Supongo que a este tipo de cosas se refería Nietszche cuando decía que muchos de nuestros problemas tienen su origen en la preocupación constante de vivir nada más que el presente.