21 abr 2009

el reino del quizás

No saberte fue todo mi reino.
Ser testigo sólo de tu imagen
y mediar solo entre las sombras,
sin el nombre triste de tu alma.
Así suponía que eras otra.
Y no me molestaba en tenerte…
¿Para qué, si te creía libre?
Capaz de vivir tu soledad
como quien sabe que existe
en el interior de los demás.
Y eras otra. Distinta al ideal
que busca realizarse en la palabra.
Te di el oscuro mundo, la voz
de aquella soledad muerta.
Tú me devolviste un porqué,
la causa de tantísimos secretos
flotando en un acto de silencio.
Porque en eso consiste el amor,
en devolver siempre
más verdad que la entendida,
más calor del que fuera necesario
a la hora de abrigar un cuerpo.
Más es el amor. No saber,
negar su luz sencilla,
es otra forma más certera
de llegar hasta su altura…