7 ago 2008

Duerme tu voz en todos los poemas.
Tu voz quizás recuerde o ensueñe,
en aquel verso repentino,
cómo ardieron las imágenes sombrías
de un amor perfecto hecho distancia.

Porque estás en mí y en mis silencios
y en las horas claras de mi anhelo,
tu voz se abre en la palabra verdadera
que parece recordar las vidas que viví,
el tiempo que nunca dejé escrito,
cuando aún no era tu voz
la voz secreta del esfuerzo.

Pero a veces eres el poema
que brilla tras la juventud de tu deseo,
que soporta el peso y la nostalgia
de un recuerdo soñado por descuido.

Duerme tu corazón en la palabra,
cifrada luz sobre nosotros,
que habita, pese a los días venideros,
la memoria eterna de un sentido invierno.