26 abr 2007

Entretuvimos sin querer a deidades taciturnas.
Bastó un acto calculado de simple bondad,
cifrado para todos en una lágrima espontánea.
Pero a quién más podría interesarle,
después del abrazo último y tenaz,
la historia improvisada que seguimos.
Amar es fácil si es recíproca la empresa.

Crucificados, los dioses se equivocan
cuando por amor piensan por nosotros.
Aunque su criterio sea acaso el acertado,
si el menor de los males es la duda,
el error de obrar según sus dictados
revela otra verdad inexorable.

Preferible es equivocarse en el amor
a ponerlo todo en manos de terceros.