19 mar 2007

Tu recuerdo resbala entre los pliegues de la sombra.
Distancias pobladas por tormentas y ángeles hacinados,
nocturnos mercaderes de tristezas, ninfas y pensadores…
febriles reminiscencias agotando nociones de la vida.
Y las estrellas se abren paso entre cadenas,
invitan a buscarnos en las redes consteladas
como si en verdad tú y yo supiéramos del cielo.

Te corresponden algunas horas escritas sin nadie,
el largo abrazo, las lluvias complacientes de mi alma:
cantos verticales que nunca sirvieron como excusa,
más que para llorar la solitaria desnudez del infinito.

(El diezmo de tu amor son las palabras.)

Así te digo…
que todos nuestros cuentos son narrados por el hado,
que aún queda un reencuentro al sur de la inocencia.

Y que será tarde si falta la paciencia:
los signos son sagrados y el mundo está cifrado
en los versos que olvidaron traernos las palomas.