4 mar 2007

El animal doliente acaso te desnuda
para ofrecerte las vísperas de enero,
llenando de acérrima miseria injusta
la juventud que guardas en tu abrazo.

(Pensaré que de tus blancos hombros
pende todavía el vestido albo…
manchado de gris por una brutal infancia.)

Que sólo comprendas las más banales
atrocidades cometidas a favor del ego,
te convierte en el juguete favorito
de cuantos la bestia husmea distraída.
Que de tu sexo se desprendan las mentiras
como instrumento destemplado de la nada,
me recuerda que soy algo más que la moneda
que el inmortal barquero aceptará algún día.