17 sept 2006

Vivo en la magnitud de la conciencia,
impregnado de certezas vitales
que no sabría revelar.
Siento que la gratitud voraz del sueño
inunda la señal azul del nuevo día.
Mas la fría rutina de esperar por algo,
el raro y simple hallazgo
de vivir por lograr más,
me aterra aunque mi sombra
sea sombra fortuita del pensar.

Sin embargo tú,
ángel de la desesperación,
ángel errante de mis noches sin nadie,
dices mi nombre como si supieras más
acerca de este turbio corazón. Más
de lo que creen saber deudores siniestros,
deudores que no hallarán nunca tu perdón.

Al decir mi nombre
pareces saber más
de lo que podría saber yo
estando en tu lugar.