30 jul 2006

Como péndulo que determine su rabia crecerá la simiente ávida de la multitud…
Del fuego al fuego la oscuridad te llama; el viento cruel riza la mano abierta y abandona tu corazón llorando. Luna sobre la hierba alzada; canto. Noche y noche anuncian remedio. Alba y sangre. Sueño…
Tiempo de discernir la verdad temblando.

En un callejón cualquiera la miseria espera y el hombre oculta, vergonzosamente, su común espanto de flores y banderas. Ángel sin nombre, raíz de la fuerza, toro que amansa el grito de una cadena…
Poblad la tierra ahora de fugaces estrellas.
Dadle al hombre su rabia, verted el vino sobre la mesa desierta.

Remontad el río lavando la sangre de mitos violentos.