26 may 2006


En aquello que la razón te sea extraña
baraja siempre la posibilidad del delito.
Pues la ley dice -y acata el hombre con ella-
la verdad unívoca acerca de cuanto nos rodea.
Toda disidencia al margen de ese objetivo
es considerada una ofensa; cuando no una plaga,
sospechosas tentativas de libertad se observan.

Pero si eres capaz de ignorar la fórmula del orden
cuando un pálpito de luz se abra paso hasta tu centro;
si puedes prescindir de lo razonablemente correcto
verás en el envés traslúcido de tus faltas
otra ley más alta como respuesta.
Otra realidad dispuesta según el orden de tu condena.

Pues el delincuente intuye
-y nada extraño observa en ello-
que la realidad se forma como barro
en manos de quien sabe interpretar su sueño.