2 may 2011

Evocación



Dos niños sin memoria juegan en un puerto sin patria. Ella tiene las manos menudas, y sonríe siempre que iza la bandera hecha jirones. La noche en nada la amedrenta, tan solo mira cómo cae en su horizonte. Como agua cenital sobre la piedra.

Él sonríe por verla sonreír a ella, tratando de entender con la mirada. Ambos juegan a saberse de ninguna parte si la noche se abre paso hacia el origen.

Un viejo galeón, tripulado por pájaros celestes, completa el fondo en sombras de la escena.