En cualquier conservatorio
advierten todavía al joven virtuoso.
No es conveniente razonar cada paso.
El instrumento debe abrir camino:
improvisar, por primera vez y a ciegas,
la estructura del hallazgo.
¿Entiendes ahora por qué la seducción
surge necesariamente de lo desconocido?
El hechizo nos empuja hacia dentro.
Y en algún rincón se dispara el truco,
la fórmula sin normas del espíritu.