Pude ser cualquiera.
Hoy tan solo prevalece
el insólito aprendiz de esa demencia
asumida al ser igual que los demás:
un extraño.
Pude ser mejor, distinto, siempre necesario;
elegirlo todo, abarcar potencia y acto.
Responsabilidad de nadie, libro interminable
que hoy mantengo ardiendo en mi inventario,
no alcanzo a definir fronteras ni interiores.
Mis acciones se las lleva el viento.
Lo que siento, me distrae de lo exacto.
Hoy recuerdo a alguien que quisiera
regresar al tiempo en que aún podía
hacer del tiempo un aliado.