7 jul 2010

Edad del tiempo

Me he sentido envejecer esta mañana.
Hoy aparté todas mis obligaciones,
desperté tarde, desayuné
y salí a la calle acompañado por un libro.
Leí algunos versos sorprendentes,
volví a beber café. Vaticiné el instante
solo para dar con la ocasión perdida
de ser dueño de aquello que se evade.
Si hay un alma en mi silencio,
acaso ya haya visto el nacimiento
del árbol y la roca que contemplo
junto al ave transitoria del futuro.
En una plaza inevitable,
alimentando el libro de un creyente,
he vuelto a rechazar al dios que supusiera
hambriento de este tiempo que ahora somos,
caudal de juicios fugitivos,
piedra ancestral, suma de todo lo vacío.