25 mar 2009

a los demás perros

Mis pecados son las tumbas expectantes
por las que merodea un atardecer
más oscuro incluso que la muerte.
Tantas veces traicioné, que al final
fui traicionado por el soñador que soy
y el cordial ejemplo que no he sido...
Y quién iba a decirme a mí
que después de tanto profanar mi tiempo
la belleza del mal iba a ser tan fea.
Tan amargo el sabor de la miseria
que se instaló en mis ojos como niebla,
como velo de sombras o vergüenza.
Y qué tarde es ya para empezar de nuevo.
No hay juicio. Ni castigo. Ni perdón.
Porque esto he sido, esto soy.
A los demás perros me entregué
para que devoraran cada día mi dolor.