12 mar 2009

ética del vacío

En mi silencio, me sé preso
por un deber gris que no se cumple,
y cada palabra que pronuncio
me libera de mí mismo, del fuego,
tan intenso como urgente,
que guardo tras las leyes vacías
que rigen el silencio del mundo.

En mi silencio me sé preso.
En la altura incontestable
de tantos pensamientos intangibles,
me sé preso por palabras que celebran
el deber, la necesidad natural
de decir otra vez lo que está dicho.
Y aun así, la realidad acontece,
sin trascendencia alguna,
en el silencio íntimo de las cosas.

Me sé preso por el deber y la forma,
por abstracciones y cielos
que no existen por sí mismos.
Me sé preso por un mundo incompleto
que en mi silencio se vuelve
triste definición de su propio vacío.