10 nov 2008

Para mi madre, Carmen Notario, a la que hoy di a leer un poema que hablaba de nosotros, y la tristeza apareció entonces como un reloj implacable.


Solías abarcar todo mi silencio
con aquellas canciones que la vida
ponía sobre tu corazón abierto.
Y agua para ti son aún los días
que transcurren por ti. Y aún no es tarde.
Que es cierto que la dicha de vivir
es triste como el rumor de aquellos versos
que añadieron su ocasión para las lágrimas.
Y aunque todo cuanto he sido para ti
ha sido todo cuanto he sido para otros,
la vida ha puesto en mí la duda:
tal vez, la química insensata de la sangre
nos lleve a preferir otro camino
más perfecto que aquel de cada día.