24 nov 2008

Aún nos recreamos en palabras
que se adueñan lentamente de nosotros.
Aún nos adueñamos de la vida,
y a través del verbo necesario
la vida nos ofrece otro camino:
su hermético silencio, descifrado
por todo lo que somos cada día.

Aún nos adueñamos de palabras
que no son más que abismos ilusorios.

Pero la vida está en nosotros
rompiendo su celaje con preguntas.
— ¿Quién me habita? ¿Quién escucha
el ritmo de mi voz frente a los vientos?
¿Quién se pierde tras la sombra abierta
de un sueño más letal que toda muerte?

Hoy nuestra mentira es tan lícita
que su valor igualará algún día
al de cualquier verdad que halle camino.
Porque aún hoy, en estos días luminosos,
nos recreamos en palabras implacables
que se adueñan lentamente de la vida.