21 jul 2008

Si aún fuera el niño invencible
capaz de atravesar parques infinitos,
de pasar largas tardes secretas
luchando contra las hormigas,
si aún fuera el niño capaz
de ser niño pese a la vida,
me sentaría quedamente, tranquilo,
ante cualquier espejo inexorable
que reflejase la verdad de la inocencia,
y me pasaría allí el tiempo necesario,
las horas imprevistas, el sueño demorado,
me pasaría allí los días que malgasté
imaginando mi futuro, al suponer inútilmente
mi rostro endurecido por lo inimaginable.
Ese tiempo que perdí lo emplearía ahora
tratando de averiguar de nuevo,
como tal vez corresponda al poeta,
en qué consiste ser niño, qué día del año
uno observa el sol por vez primera,
cuándo es, y cómo, que uno se sienta
y descubre que hay un corazón que late,
que la vida es un ritmo escurridizo,
un ritmo que nosotros mismos provocamos
mientras somos niños y vivimos.