12 ene 2007

¿No has sentido nunca entre las sábanas,
al esclarecer el verbo tenaz de la cordura,
la incipiente sospecha de urdir la mentira
en cada viejo rincón de tu propia existencia?

De haber faltado al principio supuesto,
de haberte visto arrastrado al inútil extremo
para traicionar, por un sentido soberbio,
las mismas reglas que dictaras a otros.

¿No has pensado entonces, cuando volvías,
en lo fácil que sería consolarte de nuevo
si alguien contemplase en ti la evidencia?

Si alguien afirmara por ti todo el peso ancestral
que en aras de tu tranquilidad fuera anulado.
Si alguien acaso dijera de ti
que tras de ti hay un alma,
un alma que sueña consigo
desde un perpetuo comienzo.