22 jun 2006








Todo se desdice lentamente de ti.
El viento que azota las calles con brío;
el tenue reflejo que ves en los escaparates,
las simples curvas de mis dedos
se aproximan calladamente a lo que eran
antes de estar tú.
En tu presencia
todo lo que me rodea te advierte;
te pretende, igual que una sonrisa casual
trata en ocasiones de abrir una playa
en la que la soledad sea sólo una sombra.

Si todo lo que yo fuera contemplando
llegase a ti de pronto,
nada pondría fin a tus altas noches:
serías el mundo y la voz del tiempo.
Yo sería el corazón que no podrías contener
al latir como una estrella en tu centro,
porque en la vida nada es suficiente,
no podría sujetar tu reinado inmenso.

Por eso debes irte a veces:
para que la realidad presente,
llena de ti cuando estás cerca;
parezca igual que siempre en tu ausencia.
Y así, separados por una distancia idéntica,
podamos recordar que el mundo conocido
acaba justamente donde el amor empieza:
en el límite que separa toda verdad sencilla
de la realidad que tratamos de hacer nuestra.