13 jun 2006

Decidme, vosotros que comprendéis el orden
alcanzando a discernir el ego de la desnudez:
¿dónde culmina el perfecto entendimiento
para dejar paso a la imaginación?
Sé que toda verdad nace del hombre.
Y que el hombre sueña para creer.
Sé que el hombre es piel y músculo,
materia que sustenta el mundo y lo interpreta
y que busca la verdad para alcanzar la ciencia.
Pero yo… tenéis que comprenderme,
vosotros, que perseguís el centro de la luz,
que dais un sentido perpetuo a cada cosa.
Vosotros que siempre estáis a un paso
de disipar los misterios de la noche.
Por favor, decidme:
¿qué verdad puede alcanzar el hombre
sin que sea a fuerza de escuchar al tiempo?
¿Qué verdad que no sea un vasto reflejo
de su propio corazón durmiente?
Corazón que sueña grandes sueños
para ser derrotado por vuestro perfecto entendimiento.
Esto es esto, ahí acaba el mundo que ya creemos hecho…
pero no hay nada más lejos.
Esto es también la distancia que rige el tiempo,
el instante que crece para ensanchar su secreto.
Esto es también el mundo entrevisto en silencio
cuando una ilusión nos mantiene despiertos.
¿Qué me decís de la magia, pensadores siniestros,
de la posibilidad de crear el verdadero momento?

¿Qué me decís de la posibilidad de crearlo todo de nuevo?