21 jul 2019

Danza para el retrógrado




Deberíamos danzar hasta tropezar
con la verdad más dolorosa.

Danzar a solas con la noche,
incendiando el hormigón a cada paso.

Tanta soledad que asfixia,
que hace pensar en Dios y sus monsergas.

Tanta soledad que llega siempre más lejos,
pues la danza salvaje del delirio la acorrala,
la lleva hasta donde nada existe,
hasta donde solo puede existir el alma
que solo alcanza a ignorarse a sí misma.

¡Que dancen! Que dancen alma y soledad,
así sea la música un estruendo de relojes
o un patético grito de agonía.