La compasión
He inventado una técnica
para abrazar a la muerte.
No ha sido fácil,
cada vez que me mira de reojo,
la reprendo como a una niña,
digo su nombre en voz baja,
me acerco, la contemplo y la abrazo.
Pero es complicado,
ella es mayor que yo.
Mucho mayor. Aun así,
por una razón se relaja:
sabe que ante ella
siempre somos niños asustados,
niños de los que siempre se ríe
el mismo dios cobarde,
el dios dueño del silencio y de lo innombrable.
Imagen: el almuerzo, acrílico, din a2