31 jul 2018

Vivir después de la vida



Reabrir heridas,
prender con llanto la ceniza. 

Ejercicio de una violencia purísima,
el de incendiar la niebla ya madura,
el de incendiar y derramar los vasos ya vacíos
sobre el espejo donde envejecimos.

Prender con sombras la ceniza.
Hacer arder lo ennegrecido.

Ese fuego de regreso puede ser la vida.




Imagen: la manzana, acrílico, din a2

25 jul 2018

Un drama preconcebido en dos actos



(I)

Hay dolores en la furia de la imaginación,
secretos que en su sorda magnitud 
se hacen casi deseables.
Perder la cabeza, un corazón, al padre.
Es ahí donde algo se nos muestra.
Lo sabe el poeta y lo sabe
todo el que despreció la vida
para saberse hecho en soledades.
Qué verdad sombría se oculta en esas fauces.
Qué fulgor de espinas. Qué vanidad inútil.
¿A quién daría yo mi alma
para entender palabra por palabra
el terror solitario de la vida?
¿Lo haría por alumbrar a otros?
¿O algo arrancaría yo mismo de mis manos
para poder decir: mirad mi sufrimiento?
Miradlo, sí. Es realmente hermoso.

(II)

A ti te digo: no intentes alumbrar nada,
no quieras demostrar 
el valor que otros perdieran en la noche.

Las pruebas más oscuras llegan solas,
aguardan a que descubramos
nuestra propia cobardía, nuestra ignorancia.

Seguir, sin más, es toda la sabiduría,
todo el coraje que se gana
cuando se pierde la cabeza,
el corazón o al padre al que no entendías.


Imagen: acrílico, a2

18 jul 2018

Laconismos



Soy del grupo de los que nunca
saben ni dicen nada.
Mi ley es la del silencio.
Animal melancólico,
animal de secretos melancólicos.
Juraría que a esta situación 
he llegado a la fuerza,
yo quería hablar de todo, saber de todo.
Pero hace ya tiempo que nadie
quiere decirse nada. La broma y el juego.
La conversación banal. El juego y la broma.
Luego, nada. Nada más que gritos.
En realidad, hace ya tiempo
que yo tampoco quiero hablar de nada.
La importancia de las palabras
es bien poca 
comparada con el peso de la verdad,
de la verdad que es nada,
porque las palabras, aunque duelan,
son tan solo ecos 
de algo que arrojamos lejos de nosotros.

6 jul 2018

Disipación

La conciencia es oscura,
más oscura que el recuerdo.
Pregunta a pregunta, estorba
a quien pasa deslizándose
entre el placer y el aire.
Es oscura, sí. Pesada como un tiempo
sin el habla de los pájaros.
Terribles, nuestros actos se suceden
sin que entendamos, sin que sintamos
una huella al fondo de la trama.
Quien escribe, quien lee, quien escucha,
¿necesita más conciencia que la dicha?
Muertos los dioses, caído el ángel,
caído y convertido
en una entidad mediocre:
¿qué nos dirá la conciencia que,
al cabo de los años, no sea más 
que otra señal para cegar el paso?
Porque pasamos velozmente,
como astros brillamos y olvidamos, 
y ya nada nos promete una oscura salvación
a través de la conciencia.