2 jun 2018

Subjetivo

Esa eterna sensación
de estar actuando, sin saberlo,
como un imbécil,
de haber sido falso siempre,
falso por no saber el nombre
de cada cosa oculta, invisible,
imaginaria acaso, 
imaginaria por imprecisa.

La raíz común, la permanencia,
el espacio en que lo sobreentendido
no causara confusión ni pavor,
escapó a mi entendimiento.

No he sabido estarme quieto,
la quietud era angustia.
La gente que conocí, cambiaba,
huía de la calma y de la sinceridad,
mientras yo huía de ellos y de mí.
De mí, que acabé siendo como ellos,
he huído hasta asombrarme de mi rostro, 
de mi débil pensamiento,
de mi inquietante rareza única.