20 feb 2018

No perseguir nada



No, a los sueños hay que dormirlos,
silenciarlos en la noche otra vez y otra,
acunarlos sin un ruido, y seguir velando.

Un sueño despierto llorará de hambre,
de miedo, de sed,
llorará, gritará y se rebelará
contra la casa y su pequeñez,
avanzando luego como jauría,
como inercia de la realidad en jaque.

Pero no, un sueño dormido
no es un sueño muerto.

A los sueños hay que dejarlos así,
siempre despiertan,
su llamada siempre vuelve hasta nosotros.

Resonará su memoria en la rutina,
en la monotonía que afile nuestros párpados,
en los fríos años que será mejor dormir
para no despertar a otro sueño más largo.

Imagen: "Sísifo", acrílico, din a2