20 feb 2018

No perseguir nada



No, a los sueños hay que dormirlos,
silenciarlos en la noche otra vez y otra,
acunarlos sin un ruido, y seguir velando.

Un sueño despierto llorará de hambre,
de miedo, de sed,
llorará, gritará y se rebelará
contra la casa y su pequeñez,
avanzando luego como jauría,
como inercia de la realidad en jaque.

Pero no, un sueño dormido
no es un sueño muerto.

A los sueños hay que dejarlos así,
siempre despiertan,
su llamada siempre vuelve hasta nosotros.

Resonará su memoria en la rutina,
en la monotonía que afile nuestros párpados,
en los fríos años que será mejor dormir
para no despertar a otro sueño más largo.

Imagen: "Sísifo", acrílico, din a2

7 feb 2018

Libertad entre sombras



Era mi deber entonces
obsesionarme con la dignidad.
No más juegos. Ninguna jerarquía.
Nunca una mirada condescendiente
ante el patetismo.
Firmeza, ante todo, firmeza.
La obsesión por la dignidad
era ante todo una expresión deforme,
un rostro espantado de sí mismo,
cien madrugadas violentas
llenas de inquisidores, de vulgar insolencia.
Respeto, ante todo, respeto.
La suciedad de la vida me observaba
desde los ojos de un niño,
también desde la luz que me descifra.
Algo obsceno, turbio,
una condena sin justicia,
una ironía salvaje
sobre los muertos que quise.

Y la dignidad era una lengua extranjera.
El idioma que usan los mayores
cuando, a mitad de un encuentro,
un joven sediento les grita diciendo:
ya todo está hecho,
vuestro respeto es la defensa
segura del necio, vuestra firmeza
es la ilusión segura del viento,
vuestra dignidad es
la muerte segura de nuestro deseo.


Imagen: "miedo y ternura", acrílico, din a2

5 feb 2018

El tedio y lo demás



También ignoro
a qué espejismo se parece mi vida.
Mi vida: una novela aburrida,
llena de detalles inútiles,
absurdos como este poema.
Mi vida, un suceso dramático
cuidadosamente olvidado.
Muchos días disímiles.
Ratos en blanco. Más ratos en blanco.
Tal vez,
lo más importante de la historia
sea la voz interior,
esta voz que divaga sobre un argumento
que no entiende y que aun así la sostiene.

¿O será mi voz la urdimbre que crea
un argumento inverosímil,
lleno de errores, delirios y detalles inútiles?

Mi vida se parece sólo a sí misma.
Tanto, que a veces querría
parecerse a otra vida.



Imagen: laberinto y predestinación, acrílico, din a2