18 dic 2017

Una época



¿Servirá de algo recordar cómo era alguien? La forma de cada cual se obstina en ocultarse entre zarzas y acertijos. Espejos, calles y ruinas corrompidas dan prueba de ello. Salen otros a la luz, el tiempo nos aleja de algo que fuimos y que no pudo ser nuestro. La crueldad de un niño, el espectro de cualquier amante, la verdad absoluta del presente se transforma en la visión equivocada, en la tentación de fingirnos ya menos mediocres, ya más seguros que los pasos justos del viajero. Pero la visión se tuerce, atisba sus propios márgenes en los infiernos concebidos, y es ahí donde recurrimos al pasado, al encantamiento de una época acaso idealizada. ¿Servirá de algo recordarnos a nosotros mismos en un sueño anterior a la decadencia? Jugábamos entonces friamente. Torpemente perdimos. Materia desperdiciada somos y seremos, átomos grisáceos que saben la nostalgia de sí. Una curva cerrada, un espejo trucado, y ya está, ya hemos sido. Y repetir la misma historia, el mismo juego, no será posible mientras dure lo borrado.


Imagen: la memoria ante lo desconocido, acrílico, din a2

12 dic 2017

Diálogos para la noche

Luego llega ese momento
en que alguien dice en voz adulta
a otro alguien qué le pasa.
Trasciende así su máscara el espejo,
su cruz de noble jorobado,
tomándose a sí mismo
peligrosamente en serio.

Ese momento vale más
que cualquier poema ya irrompible.
Vale más que la tierra que se sirve
de los vivos ya enterrados
en sus fosas con calefacción a gritos.

Decir. Decirlo. Decir de pronto
la verdad que nadie dice,
la misma que sospecha quien nos cerca,
la que nadie corrobora
hasta que muy tarde algo se agita
y desde el viento el viento nos supera.

Ese momento quizás sea
lo único importante,
¿pero quién escucha en ese rato?

Quién se tiende a nuestro a lado
para decir: lo sé, el tiempo se hizo tarde,
no hemos vuelto a ser los mismos
desde que la palabra se hizo peso,
puñal que sólo explica nuestros cálculos.