2 oct 2017

El largo viaje de la desesperación






El tacto,
el arte de matizar reflexivamente,
el triste cuidado,
la pasividad amable.

Todo lo perdí al instante. ¿Qué fue,
a dónde la serenidad constante,
en qué lugar, roto el silencio,
la lluvia se incendió de sangre?


Un amasijo de ruidos nublados,
días de luz perpetua,
los gritos, la resaca animal,
digestión violenta
del verdugo que devora los restos
de los que aquí quedamos.

Pero ha vuelto la calma,
después de un tiempo inútil
tensando la mente y sus despojos
de caminos errados.

Ha vuelto la calma.
Se hizo costumbre la herida,
como se hace costumbre
la verdad que ya nunca pensamos.