7 jul 2017

Luminiscencias



La herida es un estado perceptivo.
Sangran los ojos y la sangre es luz.
Y la luz es el sexo de los ángeles.
Estar herido exige de mucha pasividad
para curarse. El erotismo de la herida
seduce con ironía, rechaza con aflicción,
devora los restos de la noche
con un susurro bien intencionado.
La herida y el sexo más intenso
son casi la misma cosa,
la herida, el sexo más intenso
y la locura de la amante que reclama
un papel en tu agonía. Guarda silencio.
Aléjate. Haz de la soledad un gran vicio.
Pero no ames, no seduzcas, no forniques
a través de la herida. 
Porque tu sangre es luz. 
Porque la luz es ciega.
Ceguera que será siempre
un grito de belleza inexplicable.