14 jun 2016

Abrazos gratis




Gracias al alcohol conocí el amor. Hermosa era la vida, y mi estupidez no tenía límites. Solo como estúpido puedes sentirte parte del género humano, pues la inteligencia no es más que la inclinación a la soledad. Gracias al alcohol fui juvenil, audaz, febril, piadoso. Virtudes estas demasiado emparentadas con la estupidez, de las que ya no recuerdo nada memorable.


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Lo que en verdad queremos, nunca puede ser... Es una de las primeras lecciones de la edad adulta. Por no decir que la madurez comienza precisamente cuando comprendemos que lo primero que deseamos, tal y como lo deseamos, es imposible de obtener para el común de los mortales.

Esta terrible certeza es la fuente de la que manan los sueños.


Imagen: Pasteles al óleo, din a3