24 abr 2016

Encargo



Acrílico sobre lienzo

Prisión del pensamiento





Reclamar atención, afecto, implicación; considerar a quienes nos rodean por la cantidad de atención, afecto e implicación que recibimos tras realizar ese reclamo. ¿No vemos esto a diario? ¿No consiste ese exceso en un constante ejercicio de egoísmo?

Reclamar, sí. ¿Mas no apreciamos, no atendemos por instinto y más intensamente a quienes prestan más atención, afecto e implicación hacia nuestra persona?

Reclamar, sí.

Desesperación y honestidad sentimental suelen ser casi la misma cosa.

17 abr 2016

Modelos para la catástrofe

La soberbia, en según qué casos, es la mejor de las corazas. La armadura que permite actuar como si la realidad fuera solo una suerte de teatro.

El humilde, si aún es inocente, puede admirar profundamente al soberbio, su ligereza, su imaginaria superioridad.

Nada más difícil de inventar que la auténtica humildad, hija de la humillación de generaciones. Esta castración del ser, al final podría dar de sí una criatura capaz de resignarse, de transformar la resignación en aceptación.


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El mundo está loco. Ser hombre de mundo significa estar tanto o más loco que el mundo.

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Mejor no urdir excusas ni tramas educadas, preferible será dejar que esta hambrienta sinceridad nos acuchille sin mayor sorpresa por la espalda.

16 abr 2016

Paisaje



Sí, hacia el espacio.
Mejor que hacia la pose.
Sólo hacia fuera
me separo del ruido,
de la interminable conjetura,
de la intención de prever.

Flota el ánimo en el espacio,
es hermosa su sabiduría cuando
no es invierno, cuando el sol
no rige la ciudad
como un monarca desquiciado.

10 abr 2016

Tarde de domingo

Necesitamos creer, algunos lo necesitamos. Creer en algo para salvarnos. Y es horrible, en el fondo es horrible que la fe sea una necesidad. Todo acaba deformándose cuando la ingenuidad no cesa de mediar en nuestra percepción. Perder ese necesidad, alejarla, no es tan fácil. Para ello, tendemos a realizar el ejercicio mental de dejar de creer. Y no se trata de eso. Se trata de perder el miedo. Para dejar de creer, uno debe dejar de temer, con todo el riesgo que esa actitud (actitud que ni siquiera me atrevo a tildar de valiente, pues donde hay valor, hay miedo) implica. 



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Cuando nuestros actos se repiten invariablemente, son nuestras palabras las que dicen de nosotros.


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Mi teoría es que cuando una obra es de mala calidad, cuando su disfrute depende sólo de las modas, más obvia y más ramplona se vuelve con el tiempo. Si el artista, al crear, sabía lo que hacía, con los años su trabajo se volverá cada vez más hermético, pudiendo ser disfrutado por el espectador futuro sólo en un determinado contexto intelectual, espiritual, emocional o psíquico.

9 abr 2016

Estar preparado


Cuando hablamos de guerra,
el problema en sí no es la muerte,
ni la implacable perversión
del antiquísimo absurdo.

El problema,
cuando hablamos de guerra,
es que son demasiado jóvenes
los que mueren,
demasiado niños,

los que empuñan un fusil 
o una bandera.

Cuando hablamos de guerra,
cuando oímos hablar
de la guerra inminente,
siempre es demasiado pronto
para que todo suceda.

3 abr 2016

Contracrítica


De la crítica constructiva al vicio de criticar, distan sólo unos pocos kilómetros cuadrados. En una ciudad pequeña, como viene a ser esta en la que vivo, está mal visto ver la paja en ojo ajeno en casi cualquier caso. Las malas lenguas pueden ser voraces, destrozarnos dulcemente los oídos, cantarnos las cuarenta cuando sólo estábamos hablando de lo nuestro.

No sé de nadie de mi entorno, sin embargo, que no merezca el solemne privilegio de ser justamente criticado.

Así es. Sólo los elegidos que han acatado sin reservas el don de la perfección moral, pueden y deben salvarse del mundano cuchicheo de escalera, del alarde provinciano de salón, de la inocente pulla de cafetería.

Rebelarse contra esto, sólo conduciría al aislamento que acabase con el juego de despreciarnos como protagonistas del más perfecto folletín decimonónico. Así que nada de rebeliones. Bailemos. Puede que las críticas no nos hagan mejorar tanto como se cree, pero hablar mal de nuestros semejantes siempre nos hará sentir humanamente superiores a quien sea.

Arcaísmos

Sea entonces nuestra enjundia nuestro orgullo. Esta isla anestesiada no merece otra cosa. Rechacemos también, rebasados ya los límites, este alentador principio que formulo. Pues llegado el caso, tanta substancia hallaremos en la profundidad como en la negación consciente de la misma.

Alegría interior