14 feb 2016

Un pensamiento adulto



Finalmente, la objetividad era sólo aquel juego matemático. Ni jueces, ni críticos neutrales. La mirada del otro, otro prisma fortuito. ¿A quién pedir entonces verdades, culpas o alabanzas? Cerré mis puertas hace tiempo, y no volví a saber de la seguridad que el niño encuentra junto a sus mayores.






Imagen: Pasteles al óleo, din a3, fondo retocado.