26 jul 2015

Anzuelos

Pero el halago nos fuerza a ser complacientes, a decir sí a todo. A todo. ¿Cómo vamos a poner mala cara a quien reconoce tan abiertamente nuestra inefable labor en el mundo? Los halagadores no hacen sino decir sí, sí y sí. Sí a todo. Y nuestro deber es responder siempre de igual manera. Sí, sí y sí. Sí a todo.