1 jun 2015

Nota de diario



Hoy me han vampirizado mis propios cuadros. En serio. Desde media mañana, hasta aproximadamente las seis de la tarde, me sentí pletórico. El problema empezó sobre las cuatro, cuatro y media, cuando me puse a observar la obra que tenemos colgada en casa. Cada cuadro se me presentó lleno de magnetismo. Pura vanidad, supongo; aunque juro que todo parecía dotado de alma, de vigor, de abismo y plenitud.

Traté luego de negar la saciedad: supliqué a mis viejos dioses, le rogué a la tarde para que ese estado de asombro durara por los siglos de los siglos.

Pero no. Como dije, sobre las seis todo se vino abajo. Creo que esa misma fuerza me venció. Fue así, de golpe. ¿Síndrome de Stendhal? ¿Otro exceso de cafeína? A la mierda. A este paso descuelgo todo del taller. Así no hay forma.