Sabernos
poseedores de una personalidad compleja, equivale a ser poseedores de
algún artefacto de indecible fuerza decorativa. Su explicación no sirve
para nada, pero ante la comprensión dramática de la existencia, dicha
complejidad podría conducirnos al consuelo de la reflexión estética
consciente.
En ese discurrir inútil, se produce la disipación misma de toda problemática vital más o menos inmediata.
En ese discurrir inútil, se produce la disipación misma de toda problemática vital más o menos inmediata.