No se trataba de querer aquello o lo otro para lograr encaminarse a alguna parte. Con él, la vida había hecho lo que le había venido en gana.
Solo le quedaba así la opción más descabellada. La de creer que todo sucedía por mágicas razones.
Depositó, pues, la poca fe que le quedaba en las oscuras proyecciones del destino, abandonándose a la nada.
Depositó, pues, la poca fe que le quedaba en las oscuras proyecciones del destino, abandonándose a la nada.