El colmo de la ironía es cuando al cabo de los años, te das cuenta de
que tuviste cerca a mucha gente -amantes, cómplices, amigos- que
merecían la pena. Me refiero a aquellos y aquellas que recriminaban algo
en tu conducta o actitud, algo que querían que cambiaras por tu propio
bien.
¡Qué extraña sorpresa, la de darse cuenta uno mismo de que aquello que alertaban, se volvía totalmente cierto con el tiempo!
¡Qué extraña sorpresa, la de darse cuenta uno mismo de que aquello que alertaban, se volvía totalmente cierto con el tiempo!