17 jun 2013

Soliloquio del entelequio

El problema en esta tierra es encontrar el verdadero fondo moral de tus semejantes. En la esfera de lo interpersonal, las cosas suelen suceder así: entablas una conversación con alguien. Te cae bien. Empiezas a tratar con ese alguien a menudo, llegando a sospechar que por fin recobraste cierto aliento vital, indispensable para no llegar a despreciar lo más cierto de la propia realidad.
De pronto, una fuerza casi sobrenatural intercede desde algún lugar del cosmos. 
De buenas a primeras, te llevas el gran chasco, te culpas de tu vieja ingenuidad, sonríes temeroso de un posible complejo; hasta que, finalmente, procuras continuar como si nada, con la cabeza relativamente alta y sin ganas de entender lo sucedido. 
Contingencias de poner al mal tiempo buena cara, supongo. Nada nuevo. Tras la fachada sonriente de esta isla, las cosas rara vez son lo que parecen.