5 may 2013

Cruces

Atiende, lector, la verdad que justifica estos rencores. Mi existencia tuvo siempre un matiz grotesco. De cuantos me rodeaban, la mayoría optó por rechazar mi sufrimiento. Pocos, muy pocos llegaron a conmoverse ante lo que me atormentaba. Y los que me despreciaron en tales límites, jamás consideraron justo razonar conmigo sus ardides...

A quien pensó que exageraba, dejo aquí la cínica sonrisa del que se sabe superior a un simio o a otra bestia más aciaga que los cerdos. Cuídense de mí, arrogantes, líderes, actores. Pues si algo al interior se quiebra, no duden de que mi presencia les hará gritar de modo tal, que ya nunca volverán a ser los mismos.