10 mar 2013

El albatros


Levanta cualquier piedra. Cruza el río. Trepa airadamente a un árbol. Vayas donde vayas, allí estarán, riéndose de ti. Sí, el mal gusto, la mediocridad, la burla del necio que se cree por encima de tu arte.

Ante eso, aíslate. Huye hacia la nada. Tu salvación dependerá de la belleza ganada a fuerza de espantarte una y otra vez ante la vulgaridad.

Sentirás vergüenza. Muchísima vergüenza. Mas no lo dudes: será el indiscutible síntoma de que estás trazando un camino más allá de la tiniebla.