30 dic 2012

Una acotación a Einstein

Nuestro pez, uno de tantos,
nada sabe todavía
del medio en que respira.

Pasa un día y pasa otro,
hasta que recibe de algún modo la noticia:
otro pez le rumorea
que acaso exista el mar, el oleaje,
las corrientes y las simas;
y en tal lugar las algas,
las sirenas, los peces o la luna.

A partir de ahí,
quisiera el pez volverse pez
nadando diariamente en el asombro
que ofrece el universo desde fuera.