12 sept 2012

Breve análisis penitente



Para eliminar la culpa de raíz, se proponen dos modelos:

-       El primero parte de la consideración de que somos animales. Apropiarse de esta verdad consistirá en habitar la realidad como el predador libre de atacar a su presa y para el que sentirse herido supone solo otra desventura en las lides de la estepa.

-       El segundo nos confiere una bondadosa absolución en la exaltación de nuestra propia debilidad. En tanto que la circunstancias nos superaban en el momento de obrar malintencionadamente, no somos culpables de lo que se nos acusa, sino víctimas. Este clase de juicios siempre estarán llenos de matices ambiguos, y, aunque en mi opinión su exposición resulta infinitamente más válida que la anterior, cabe añadir que dicha resolución posee otro aterrador punto débil, pues bien podría hacernos caer en la consideración de que siempre fuimos dignos de la compasión de nuestros testigos. Incluso cuando el daño a perpetrar, posea una violenta magnitud, podríamos creernos en el derecho de llevarlo a cabo en lícita venganza hacia terceros, y aun así seguir siendo víctimas de algo muchísimo peor. (Ejemplos: conflicto palestino-israelí, pensamiento hitleriano, etc.)

Ante esto solo cabe reivindicar una concepción adulta de la culpa, la cual se basaría en la capacidad de perdonarnos a nosotros mismos, sí; aunque, para ello, no habría más remedio que sufrir temporalmente los efectos de la mala conciencia adquirida.

Este sufrimiento será lo único que nos haga dignos del mencionado perdón ante el juez más atento de todos, aquel que nos observa desde el lado más oscuro del corazón.