10 ago 2012

Redención

Años de trabajo.

Versos espantosos,
explosiones patéticas,
mentiras, egoísmo,
juegos de palabras.

Padre, yo me acuso:
erré a conciencia. Vendí mi alma.
Fijó el demonio un precio imaginario.

Convertí esta vocación en farsa.
Quise ver en mi verdad pequeña
la verdad más elocuente,
la desnuda, la precisa, la sagrada.

Mas si algún día preguntaran
qué lugar hay que inventar a ciegas,
la respuesta será dada:
que el poeta apele al corazón más duro.

Aunque para conmover la piedra
debamos destrozarla.