16 ago 2012

Invención de la intimidad

Pero ¿y si aquel que se confiesa para revelar una intimidad de la que ya no puede hacerse cargo, fuera siempre -siempre, siempre- el inocente? ¿Y si fuera el otro, el que escucha, quien hiciera del secreto una realidad innoble?

Pues de malversar lo dicho, la traición sería solo suya.