21 may 2012

Malas compañías

Míralos. Ante ti, los libertinos. Su único consuelo es dejarse arrastrar por los rescoldos de la escoria. Su dudosa ley será siempre la del cuerpo. El exceso los convierte en héroes de la frágil fantasía que alimentan. No tienen rostro alguno, ni conocen máscara que desvíe su conducta del desprecio. Tan solo un sexo sórdido, capaz de concebir millares de generaciones enfermas.  

Míralos bien. Detente a hablar con ellos un segundo, y continúa luego como siempre. Amarlos supondría traicionar la luz más provechosa.

La misma que te guía hacia el hogar si has perdido tu camino en la intemperie.