21 abr 2012

Joven tenazmente soltero habla de sus compañías



No me avergüenza reconocerlo, pero tampoco es como para sentirse orgulloso. Casi juraría que Lía, la inquilina felina que convive con nosotros desde hace más de diez años, sabe más de ilusiones que un servidor.

No son pocas las noches en las que me apoltrono ante este mismo ordenador a escribir sobre mis derrotas o a escuchar esa desesperante música melancólica, y puedo asegurar que siempre se me acerca de puntillas con su mirada huérfana, siempre para compadecer con su maullido solidario a este ente nocturno que ya no sabe qué hacer con su vida.

Es triste, sí. Pero hasta hoy no me había dado cuenta de lo familiar que se ha hecho en mi pequeño mundo la desilusión, esa forma tan inconveniente de sabiduría
.