Rompió en verano nuestro día.
Huyendo quise abrir mis ansias
por negros ventanales y terrazas.
(También debí cargar el aire a mis espaldas).
Marqué después tu puerta,
tus noches, tu importancia.
Y al final, nadie o nada:
horror solo, realidad,
sentencias necesarias.
(Miré detrás del agua,
mordí con lentitud la llama.
Nadie por allí. Por allá, nada).
Nacías para mí del miedo.
Quisiste deshacer riendo mi venganza.