27 feb 2012

Introspección

De la mente ajena solo sé que es mejor no jugar a comprenderla. Siendo un psicólogo frustrado disfrazado de artista o un artista embebido entre luces extrañas, esta aseveración debería ser lo suficientemente clara como para neutralizar cualquier esperanza de sanar de una vez a los que amo.

Puede así inspirarme compasión, impotencia, incluso perplejidad el sufrimiento de los más cercanos. Pero por más que juegue a desenmarañar con ellos la complejidad de cualquier drama, nunca sentiré ese peso que algunos de mis allegados cargan. Tan seguro estoy de esto, como de que nadie asumirá como propia la oscuridad intrínseca de mi alma. Ni falta que hace. Esa tesitura solo conduciría al desastre.

De mi mente solo sé que es un recinto donde la soledad comienza o acaba a través de la constante comunión conmigo mismo.