26 dic 2011

How many roads...

Si no podemos ser amigos, al menos concedámonos la oportunidad de derribar los viejos muros que dividen el mundo sin nuestro consentimiento. Recuérdame por ello tus normas cada día, dime al fin que debe hacer un hombre para ser tenido en cuenta por el resto. Házmelo notar siempre que puedas, sobre todo cuando parezca tan perdido como el perro que en la multitud pretende hallar un dueño. Como diría aquel loco invencible, el Cortázar de Rayuela: que cada cosa cruel seas tú que vuelves.

Oblígame a negar así la inútil jerarquía de los héroes. 

Y entiende que aprendí a volar como cualquiera aprendería: lanzándome al vacío desde mi ceguera. Aún puedo decir a qué altura el veneno nos transforma en felices pájaros de piedra.